Lo prometido es deuda y hoy toca hablar de Ambar, de Jesús
del Pozo. Un perfume que, creo que lo he dicho, me tiene fascinada. No hay más
que ver a qué velocidad baja el nivel de mi frasco, con el riesgo de saturación
de pituitarias ajenas que eso conlleva.
Sí, lo reconozco: cuando se trata de Ambar no tengo medida.
Me encanta. Y me molesta que se pase su efecto.
¿Por qué? ¿Qué me sugiere esa fragancia? Ante todo,
sensualidad y misterio. Sí, esas serían las principales características que
personalmente usaría con ella. Para ahondar un poco más en el tema, diré que
ayer hice la prueba de cerrar los ojos, aspirarlo y dejarme llevar… terciopelo,
colores dorados (quizá porque el frasco lo es) y ojos ahumados es lo que me
vino a la mente. Oriente y puesta de sol en el desierto… bienestar y poesía.
Me gusta tanto que me vuelvo cursi.
Descripción oficial
En cualquier caso, eso es lo que me sugiere a mí. Los
expertos, lo que dicen es que Ambar –y ahí coinciden conmigo- es un homenaje a
la sensualidad. Nació para conmemorar los 35 años en el mundo de la moda de
Jesús del Pozo –hace apenas dos, en 2010- y era su fragancia número once.
En lo que se refiere a su ficha técnica,
está compuesto por notas de bergamota, mandarina y cardamomo, con un corazón de
iris, té verde y peonía. En el fondo, reposa el cedro y salvia. El frasco
reproduce los contornos distorsionados y pulidos del ámbar y su color. Además se
adorna con un medallón con el nombre del perfume y su diseñador, que rinde
homenaje a los amuletos antiguos y algo esotéricos.
Repito, a mí me parece
maravilloso. Desde el diseño del frasco, hasta la sustancia misma.
Está disponible en tres tamaños:
30 ml (27 €), 50 ml (44 €) y 100 ml (59 €). Otro día hablamos de esto, pero como
es bastante caro –ahora que lo pienso, como casi todos- si tenéis cerca una
perfumería Primor –eso si no sois de las que compran por Internet-, acercaos a
ver si lo tienen.